Páginas AFICIONADOS TAURINOS SIN ANIMO DE LUCRO
DE TOROS EN LIBERTAD
Viaje a las riberas del Guadalevín
Ronda volvió a convertirse en la Meca
de los nómadas del toreo: el inmenso Tajo que parte en dos la serranía
enmarcaba de nuevo la peregrinación de los fieles de esta extraña
religión que atrapa la voluntad. Y aunque Ronda siempre merece el viaje,
la reaparición de Morante había dotado al evento de una relevancia
olvidada. La Goyesca se había difuminado algunos años en las candilejas
del escaparate social mientras su añeja importancia taurina se eclipsaba
con demasiados nombres y personajes ajenos al auténtico drama del
ruedo. La edición del año 2012 pudo ser un punto de inflexión pero la
retirada de los hermanos Rivera Ordóñez también ha abierto un tiempo
nuevo y ha obligado a Francisco, empresario de la Maestranza rondeña, a
echar toda la carne en el asador. El objetivo no ha sido otro que
reivindicar la Goyesca como acontecimiento taurino. Ése ha sido el gran
mérito del último Paquirri, responsabilizado en su papel de guardián de
un secreto heredado. El resto es sabido.
Manuel Escribano. La definitiva verdad del toreo
Pudo morir desangrado en la carretera,
camino del hospital de Móstoles al que había sido enviado desde la
placita de Sotillo de la Adrada en pleno Valle del Terror, ese
particular triángulo de las Bermudas taurino regado por el río Tietar
que comparten las provincias de Ávila, Madrid y Toledo. El pitón del
toro de Flor de Jara no había hecho carne en el ruedo pero el tremendo
golpe contra las tablas a la salida del quiebro había roto la arteria
ilíaca convirtiendo el vientre de Manuel Escribano en una bota de
sangre. El matador de Gerena entró en el hospital de Móstoles en estado
casi agónico. La pericia y la profesionalidad de los médicos, también la
mano de la Virgen de la Encarnación, obraron el imposible y sacaron
para delante al torero, que aún tendrá que afrontar un duro proceso de
rehabilitación para normalizar la circulación de pierna herida. El
percance ha llegado en el tramo final de una temporada feliz que le
había visto reencontrarse consigo mismo y con el gran circuito del
toreo. El afán de superación que le hizo triunfar con aquellos miuras de
abril será el mismo que le empuje a vestir muy pronto el traje de
luces. La familia taurina de Sevilla está sobrecogida; y mucho. Fuerza y
ánimo.
Fuente Ymbro. De la verdad, el pienso y el hígado
Es sabido y comentado: Ricardo
Gallardo, propietario de la ganadería de Fuente Ymbro convocó a los
medios en Sevilla para justificar y argumentar el bajón de rendimiento
que habían experimentado sus toros en las ferias del verano. Asumiendo
un alto riesgo, llevó al veterinario de su casa, Francisco Lira, para
explicar con pelos y señales que algunos cambios en la alimentación
habían provocado un fallo hepático que limitaba el motor de los
animales. Así fue y así lo conto aunque antes y después de conocer el
problema algunos le habían afeado que siguiera lidiando. ¿Tenía que
haber cortado por lo sano y haber dejado las corridas sin embarcar? Lo
quiso hacer. Pero ese no ha sido el pecado del criador. El único fallo
-o la gran virtud- de Ricardo ha sido esa transparencia que le hace
gozar o sufrir a la vista del aficionado -él lo es como el que más- en
todas las plazas del planeta de los toros. Y no se guardó nada; otros
habrían pasado el sarampión agazapados en espera de tiempos mejores
pero, tozudo como él solo, Ricardo se tomó en serio el asunto e instó a
sus colaboradores a investigarlo con rigor y sin ningún tipo de tapujos.
Esa falta de “vida” que echaba en falta el ganadero en sus pupilos ya
se ha instalado junto a la moderna batería de neologismos taurinos. Pero
la ganadería de Fuente Ymbro ha marcado un valioso precedente para
entender los problemas del toro de lidia más allá de la genética o la
selección tradicional. El manejo, la alimentación y la sanidad se erigen
en los pilares fundamentales de la ganadería brava contemporánea.
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