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martes, 17 de septiembre de 2013

SUERTE DE VARAS

La antes valorada suerte de varas

Aquí un vídeo muy explicativo del asunto:http://www.youtube.com/watch?v=yq2J32JijiE. La cosa se vivió en Baza hace unos días. Lo contó un aficionado, y lo contó enTwitter. @Antonio_Diaz se llama. Después de, según relata, una hora y media en la que fue imposible meter al toro en los corrales, en el vídeo puede verse que ya es casi de noche, tras el indulto tuvieron que anestesiarlo y llevárselo con una “muy taurina” pala retroexcavadora. No había cabestros. Tampoco estaban al lío los principales portales taurinos, que por lo general cuentan otras cosas. Como aficionados todos deberíamos sentir un poco de vergüenza viendo esto.

Hay gente que dice que en estos tiempos tenemos toros mucho menos bravos que los de otras épocas. No lo sé, puede que sean diferentes, para un tipo de toreo diferente, el que la gente quiere ver. Pero el indulto, medida excepcional, -muy excepcional-, con la que se debe medir la bravura y la nobleza de un toro durante toda (toda) la lidia tiene cada vez más fuerza. No sé como se comportaría el toro en el caballo. Lo que sí sé es lo que muestra el vídeo. Este año ya se ha perdonado la vida a cinco toros. Las corrientes de opinión a favor y en contra están ahí, y hay que ver todo con perspectiva.

El público que está en la plaza es soberano. Soberano para pedir el indulto de un toro, no para exigir que se conceda. Y su testimonio, aunque debe tenerse en cuenta, nunca debe ser vinculante. El torero también tiene algo que decir en esta historia, y también el ganadero. Vemos últimamente espectáculos lamentables donde la petición de indulto sale del matador y de los allegados, taurinos ínfimos los llamaba el profesor Pizarroso, que hay en el callejón. Y luego ya llega el pañuelo de la autoridad que concede el indulto. Eso es lo que dice un reglamento que también indica que solo se pueden indultar toros en plazas de primera y segunda. O lo cumplimos o no lo cumplimos, pero no nos podemos acoger al reglamento cuando mejor nos venga. ¿No estaremos abusando?

Todos estamos de acuerdo en lo gratificante que resulta ver una faena en la que el toro es indultado tras pelear por su vida con bravura. Pero este camino nos lleva a una peligrosa situación en la que se indultará a muchos toros que después, en el campo, irán directos al matadero por no servir para sementales. Los ganaderos lo saben. Lo que ocurre es que siempre es bueno salir en los medios con un toro indultado. ¡Qué bravo! Y esto desvirtúa la Fiesta, en la que como norma general el toro debe morir al terminar la lidia. Indultitis, peligrosa moda.

El baremo cambiaría si se tomara en cuenta, aunque sea un poco, el comportamiento del toro en el caballo. Pero no. Se miden las cualidades de un toro por su comportamiento en la muleta. Y quizás tampoco. Por el volumen de los olés. El indulto debe ser una cosa excepcional que se tome como eso, no el pan nuestro de cada día.

Si se admiten este tipo de indultos estamos en las puertas de la desaparición de la suerte de varas. Pero no hay ningún aficionado de verdad que esté de acuerdo con cargársela porque es precisamente ahí, en la contraquerencia de la plaza, con el caballo y la puya, donde el toro demuestra su bravura más que en ningún otro sitio a lo largo de la lidia. Si no se alcanzan unos mínimos de comportamiento en el tercio de varas el toro no debe ser indultado nunca. Por muy bien que se comporte luego.

En las fichas de los diarios aparece, en orden, bronca, pitos, silencio, palmas, ovación, ovación y vuelta al ruedo, oreja, dos orejas, dos orejas y rabo y, por último, indulto y máximos trofeos. Esto es lo único que importa, la ficha de las crónicas, y así estamos.

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