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viernes, 20 de septiembre de 2013

DE TOROS EN LIBERTAD


18.09.2013
Observatorio taurino. Los tiempos cambian que es una barbaridad
Álvaro Rodríguez del Moral

MANZANARES: UN MONUMENTO AL ARTE DE TOREAR Sucedió en Nimes; el alicantino cortó cuatro orejas y un rabo pero, sobre todo, dio lo mejor de sí mismo al cuajar de cabo a rabo al quinto garcigrande de un mano a mano con El Juli que redimió de los fallidos intentos anteriores de ese mismo vis a vis en Valencia, Huelva y Bilbao. El suceso recordó otra tarde histórica, en la plaza de Sevilla, de la que se cumplirá un año en muy pocos días. José María Manzanares concluía ayer mismo una de sus temporadas más complejas en Murcia.

MANZANARES: UN MONUMENTO AL ARTE DE TOREAR

Sucedió en Nimes; el alicantino cortó cuatro orejas y un rabo pero, sobre todo, dio lo mejor de sí mismo al cuajar de cabo a rabo al quinto garcigrande de un mano a mano con El Juli que redimió de los fallidos intentos anteriores de ese mismo vis a vis en Valencia, Huelva y Bilbao. El suceso recordó otra tarde histórica, en la plaza de Sevilla, de la que se cumplirá un año en muy pocos días. José María Manzanares concluía ayer mismo una de sus temporadas más complejas en Murcia.

Otro septiembre sin toros en Écija

El ejemplo es válido para todas las localidades de tradición taurina que, por unas cosas o por otras, han dejado de contar con el toro en su calendario festivo. Los que ronden la cuarentena recordarán aquel famoso eslogan -popularizado en la recordada revista Toros’92- que cantaba “Écija, la de los carteles de lujo”. Eran los inicios brillantes de José Jesús Cañas, celebrado como el empresario más joven de España a finales de esa segunda década prodigiosa de los 80.  Antes de perderse en otros laberintos y perder credibilidad, Cañas fue el auténtico motor de aquel esplendor taurino del coqueto coso de Pinichi del que no queda ni rastro detrás de sus puertas cerradas. A los festejos de la feria de septiembre se sumaba aquella corrida del día de Andalucía que llegó a convertirse en el pistoletazo de salida de la gran temporada. ¿Por qué se perdieron aquellos años prodigiosos? ¿Quién o quienes fueron los culpables? El lloriqueo llegó con Barcelona pero el caso de Écija es extrapolable a decenas de cosos. Nadie lloró cuando el derribo llegó a Alcalá de Guadaíra…

El eco del toreo, triunfos secretos

Una cosa nos lleva a la otra. Todo era distinto aunque pareciera igual en aquellos momentos: el toreo vivía unos años de auge, alimentado por esas tragedias de Pozoblanco y Colmenar Viejo que dieron un renovado impulso a la credibilidad de la profesión, machacada mediáticamente desde la década anterior por una nefasta generación de periodistas que dibujó muchos tópicos que siguen lastrando el toreo. Pero el mundillo se alimentaba de su propia gasolina y navegaba a todo trapo dando sitio a los mejores; aún no había calado el chaparrón antitaurino pero tampoco había comenzado el inflado artificial aupado sobre los tíos del ladrillo y el puro que, a la postre, ha sido tan contraproducente como el afán abolicionista. Más de veinte años después, el toreo vive un momento de esplendor de puertas para adentro pero ha perdido el eco exterior más allá de los muros de las plazas de toros e incluso dentro del ámbito interior de la propia fiesta, sumida en su particular cóctel de crisis varias. El ejemplo lo tenemos en la semana que pasó: con o sin indultos, se han sucedido siete días de acontecimientos que reflejan la valía de sus autores a pesar del escaso altavoz mediático. Esas obras se encuentran a veces con el ninguneo de ese extraño estrato de ¿aficionados? que odian a los toreros que triunfan y los toros que embisten. Pero hay un dato definitivo: los toros están machacando a golpes y cornadas a todos los hombres de luces sin entender de escalafones ni metales. A pesar de todo, esto sigue siendo muy verdad. Ojo…

Sobre los indultos: amnistía general

¿Qué toro han indultado hoy? Podría ser la pregunta de cada día al echar una ojeada a los resultados de los festejos de la jornada. Volveremos a viajar en el tiempo para recordar dos perdones iniciáticos que no tienen nada que ver con la fiebre actual. Aquel Bienvenido de Jandilla o el Gitanito de Torrestrella , indultados por Ponce y Dámaso en Murcia y Valencia fueron los fundadores de esta nueva época que ha viajado de la excepcionalidad al todo vale. Los ejemplares indultados, por norma habitual, merecen su perdón gracias a una infinita y dócil durabilidad. El concepto perseguido deber ser ese toro mexicano con el que sueña Talavante, un modelo que condenaría a la mansedumbre a la cabaña brava española. En cualquier caso, a nadie le amargan esos ejemplares cuando caen en las manos adecuadas pero una cosa es seguir la muleta media hora y otra muy distinta querer cogerla de verdad en veinte muletazos preñados de auténtica entrega. ¿Con qué versión se quedan? Un servidor lo tiene claro; lo mismo que esta amnistía general -como las coronaciones de las dolorosas- está devaluando el verdadero sentido del indulto, que tiene un gran valor y es necesario cuando premia la bravura real. Estampas como la de Baza, con el toro anestesiado y metido en una pala excavadora sólo son piedras en nuestro propio tejado. El esperpento nos refrescó la memoria de otra película parecida, hace ya casi veinte años. Eran los inicios de Morante y Leonardo Muñoz, su descubridor, había montado una novillada en Guillena que no se sabía muy bien si era picada o sin picar. El inefable taurino sevillano montó una tremolina para animar al público a indultar uno de los novillos, que sin cabestros en los corrales, se negó a volver a los chiqueros. Finalmente fue un inmenso carnicero con catiuskas blancas el que obligó a entrar por el portón al bicho de culo empujándole por la testuz…

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