20.09.2013
La suerte de la mala suerte
Ricardo Díaz-Manresa
La suerte también reparte mala suerte o
está ahí la suerte de la mala suerte. La vida está plagada de personas
que hacen todo lo que pueden para que sea buena pero es mala. No les
sonríe ni un poquitín.
Hace años oí en un curso que la suerte
no existe. Los buenos golpes de la vida vienen cuando se juntan la
oportunidad y la preparación. Cuán equivocados estaban. La suerte pura y
dura está ahí para bien o para mal según te toque cara o cruz.
Si no, que se lo pregunten a Manuel
Escribano al que, después de unos esfuerzos sobrehumanos, se le había
puesto un septiembre que ni soñado con un montón de corridas y las
ferias de Albacete, Nimes y Logroño entre otras. Y hasta Valencia en
octubre. ¿Fue por el triunfo de Sevilla? No toreó mucho después pero
Pamplona, que es sabia, suele poner a los triunfadores de la de Abril y
ahí confirmó su valía en otra feria de primera. La ayuda de Francia,
siempre Francia para él, para otros y para el toreo, que lo mantuvo años
atrás, resultó también decisiva. Y tenía un septiembre de cine, con
muchos contratos en plazas menores, además de las ferias citadas. Muchas
ferias repartidas.
Haber esperado 10 años en el
ostracismo, en la marginación, en el silencio, merecía la pena porque
esto parecía -y era- un sueño pero tuvo que venir la suerte negra de
Sotillo de la Adrada para acabar con todo. De momento sí, pero vaya
parón, por otra parte habitual en la historia del toreo, y vaya suerte
esquiva. El mes de su consolidación artística y de llenar algo la bolsa
tan vacía durante tanto tiempo.
Ya escribí que arriesgaba mucho en
banderillas y en banderillas fue el parón. Al menos está ahí y es seguro
que ya no olvidarán su nombre en el próximo futuro. Mala suerte también
porque el percance fue muy grave y le ha dejado una cicatriz tremenda
de las difíciles de olvidar.
Lo de Juan de Álamo fue menos pero
igual de inoportuno. Tenía un buen septiembre. Estaba dando la cara y de
cara le iba la vida torera. Pero un pisotón inoportuno le apartó del
circuito, en el que aparecía en carteles y plazas muy fuertes. En Bilbao
lo pusieron por su tercer triunfo en Madrid (día de La Paloma) y
después dirán que Madrid ya no pinta. No, no, que se lo pregunten al
salmantino. Madrid es Madrid aunque sea menos Madrid. Otra cosa es la
precipitación de hacer las ferias de junio y algunas de julio sin mirar a
Las Ventas. Tampoco es que su actuación fuera de zambombazo y puerta
grande.
Por Bilbao cogió la sustitución de
Morante en Cuenca en la gran corrida de los cuatro ases (Ponce, Morante,
el Juli y Manzanares). El puesto del de la Puebla fue para él y lo
aprovechó, pero… Se rompió un dedo del pie y ha dejado de torear en un
momento dulce. Incluso se le fue su cuarta oportunidad del año en el
Otoño de Las Ventas. También la suerte de la mala suerte pero menos que
Escribano, que le vio las orejas al lobo por la gravedad de su percance.
Y otro de la suerte es Adame. Menudo
mes de septiembre de contratos. Tampoco tiene nada que ver Madrid,
¿verdad que no?. Si no llega a estar bien, ¿quién se habría acordado de
él aunque con efectos retardados?. También es verdad que no hubo salida
por la puerta grande ni éxito de traca.
Está sano –al contrario que sus
compañeros- y torea pero en las dos ferias de importancia en la que se
le ha visto, Valladolid y Albacete, poquito poquito. Triunfos en los
pueblos y dudas en las capitales. Que se aferre a la suerte de la buena
suerte y no derroche oportunidades. En la de Otoño se le espera.
Ya sabe que la suerte no es del que la
busca sino del que la encuentra. Y también suerte te dé Dios que el
saber de nada vale. Y la suerte de la fea la guapa la desea.
Hay muchas veces que personas que
deberían tener suerte por sus méritos no la tienen. Y decimos el
consabido “no me lo explico”. La suerte es esquiva y casquivana. También
justa e injusta.
Con Escribano y Juan del Álamo fue
injusta antes, justa después y mala luego. Con Adame menos. Tres casos
distintos que nos hacen ver lo que es la vida y que se han dado ya
muchísimas veces y se repetirán otras tantas…
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