Pocos astados tendrán la calidad que exhibió Gruñidor sobre el albero
de Algemesí. Evidentemente se podría cuestionar si su juego hubiese
sido el mismo después de ser picado. Es pura hipótesis, pero estoy
convencido de que, si la bravura es la capacidad del toro para luchar
hasta la muerte, Gruñidor era el ejemplo de animal bravo por excelencia,
y lo hubiese sido en cualquier circunstancia.
El cuajado eral de El Parralejo aunó todas las virtudes que se
esperan de un toro: fijeza, prontitud, recorrido... y entrega por abajo,
y clase en la embestida, y temple en sus acometidas, y transmisión, y
alegría, y nobleza... y todo hasta el último suspiro. Tan bueno fue que
hasta perdonó clamorosos errores de colocación de José Garrido, su
matador. ¡Un santo!
No estuvo a la altura el chaval de Almería, que le dio gran cantidad
de pases pero sin acabar de aprovechar la ventura que le correspondió en
suerte en forma de lote extraordinario, porque también el que abrió
festejo, con el hierro de Javier Molina, tuvo similares bondades. A
Garrido se le vio atropellado y acelerado, sin comprometerse de verdad,
demasiado despegado, con la pierna de salida exageradamente retrasada,
pegando pases muy en línea recta y hacia afuera... cortó una oreja de
cada antagonista merced a la generosidad del palco, e incluso dio una
segunda vuelta al ruedo por su cuenta tras pasaportar a Gruñidor.
Aitor Darío "El Gallo" se llevó la tarde numérica y cualitativamente.
Cortó tres orejas que le deben dar moral, aunque de lo que realmente
puede estar satisfecho es de haber protagonizado dos faenas serias y
macizas en las que evidenció una clara progresión en sus formas y en su
toreo. Ha ganado en naturalidad sin perder su personal elegancia, pero
lo importante es que su tauromaquia ha ganado quilates, intensidad.
Se colocó siempre en terrenos de compromiso y tiró de dos animales
poco colaboradores, sobre todo su primero, el garbanzo negro del
festejo. Tanto a este manso como al que cerraba la tarde, manejable pero
más áspero, los fue metiendo en el canasto gracias al temple y a la
autoridad mostrada. No se cansó de estar en la cara de sus antagonistas a
pesar de las dificultades hasta sacar agua de un pozo seco, y al final
tanta disposición, seguridad y disposición, tuvo el resultado deseado.
Para ilusionarse.
Ficha del festejo:
Miércoles 25 de septiembre. 5ª de feria. Segundo festejo del I Trofeo
Naranja de Plata. Casi lleno. Dos erales de Javier Molina (1º,
extraordinario, y 4º, manejable) y dos de El Parralejo (2º, manso, y 3º,
se le dio la vuelta al ruedo).
José Cabrera: oreja y oreja con dos vueltas al ruedo por su cuenta.
Aitor Darío "El Gallo": oreja y dos orejas.
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