Bilbao (España). Falló El Pilar,
y se fue al traste el mano a mano. Corrida grande de caja, alta en
demasía, de toros feos, como el primero y el segundo. Sólo uno, el
cuarto, tuvo hechuras 'razonables', pero ni siquiera ese sirvió. El Juli y José María Manzanares mostraron disposición, entrega y esfuerzo, pero no encontraron ni un gramo de bravura. Hubo, eso sí, un buen par de Juan José Trujillo al sexto. Y mucha paciencia: la del público para con un espectáculo vacío.
Plaza de toros de Bilbao. Cuarta de las Corridas Generales. Tres cuartos de entrada. Toros de El Pilar. El Juli, ovación, silencio y silencio y José María Manzanares, palmas, silencio y silencio. |
Tiene
el mano mano a mano la adjetivación duelística de un enfrentamiento. Un
tú y yo frente a frente que, con el toro de por medio, alcanza cotas
impredecibles. En cada mano a mano hay un reto. O debería haberlo. Un
mano a mano en Bilbao con el toro de aquí es un a
priori deseoso de estar y ver. Fallida la corrida con sólo caja y hueso
en tres toros y otros tres de buen remate de El Pilar,
el mano a mano fue una colección de seis nadas vividas con la pulcra
corrección de un público que no se enfada. En medio del mar de una
corrida sin raza, sin bravura y sin fondo, el hand to hand fue pura deriva de náufragos. Ni un encontronazo, ni un conato de nada en duelo que no es. Un mano a mano no es torear dos. Eso es un dúo. Un mano a mano es más.
Este reproche no lo sería con otra corrida. No hablo de otro hierro, sino de otra corrida que no fuera esta con tres toros de tamaño grande por caja, altura, y esqueleto y trapío escaso, como primero, segundo (tan alto como feo), el terciadito cuarto o si me apuran el super grande tercero, dos armómicos y cuajados, quinto y sexto. Todo ello con caras de sienes estrechas. Digo una boutade. Se pareció más la corrida por delante que en los cuerpos. Baja de raza, anodina, aburrida. Uno de cierta clase apenas se mantuvo en pie, el segundo de Manzanares. El quinto duró medio suspiro y el sexto, que se fue feo al suelo, no caminó. Un mano a mano con ese material podría ser una corrida en la que los duelistas al sol apenas ofrecieran un brindis al sol.
Porque hubo un momento de contagio general, casi como si nada se esperase ya, a pesar de las ganas evidentes de Juli, en contraste con la parsimonia de Manzanares. Cada cual en su estilo y el hand to hand sin aparecer. Huno una faena de una técnica pulcra y perfecta, la de El Juli al que abrió plaza, estrecho y zancudo, de salida sin fuerza, bien mimado, afianzado por el torero y evitando dos cosas, a veces un gazapeo y a veces reponer. Una faena de oreja luego de estocada. Exceptuando ese momento de precisión de El Juli, el mano a mano fue agua sin gas. Un segundo de manos y cruz altas, estrecho de atrás y de sienes, se movió poco y mal, a su aire la cara, y manzanares hizo una faena de pausas, parsimoniosa en el ir y venir con una gran estocada.
Un tío fue el tercero, pero un tio que marcó pronto querencia a chiqueros y el que por fin vimos algo de capote. Porque exceptuando dos lidias de salida del madrileño y un quite por delantales y otro por chicuelinas, no hubo atisbos de rivalidad. Se rajó a la tercera tanda del torero. El cuarto, el más chico, fue el de mejor tranco y son , pero sin fuerza alguna en una faena deslucida y sin eco. Tuvo el cuarto tres tandas de embestida corta empujadas por El Juli, que había brindado el respetable, pero echó el cierre antes de la hora legal que permite la raza y la bravura. Buen toro el sexto en tipo, que, cayéndose en el primer muletazo del toreo, no tuvo alma ni para caminar. Se pasó bien por la espada a la corrida. Las cuadrillas lidiaron a favor de los toros y Trujillo le puso un par superior al sexto.
Plaza de toros de Bilbao. Cuarta de las Corridas Generales. Tres cuartos de entrada. Toros de El Pilar. El Juli, ovación, silencio y silencio y José María Manzanares, palmas, silencio y silencio. Se desmonteró Juan José Trujillo tras parear al sexto.
Este reproche no lo sería con otra corrida. No hablo de otro hierro, sino de otra corrida que no fuera esta con tres toros de tamaño grande por caja, altura, y esqueleto y trapío escaso, como primero, segundo (tan alto como feo), el terciadito cuarto o si me apuran el super grande tercero, dos armómicos y cuajados, quinto y sexto. Todo ello con caras de sienes estrechas. Digo una boutade. Se pareció más la corrida por delante que en los cuerpos. Baja de raza, anodina, aburrida. Uno de cierta clase apenas se mantuvo en pie, el segundo de Manzanares. El quinto duró medio suspiro y el sexto, que se fue feo al suelo, no caminó. Un mano a mano con ese material podría ser una corrida en la que los duelistas al sol apenas ofrecieran un brindis al sol.
Porque hubo un momento de contagio general, casi como si nada se esperase ya, a pesar de las ganas evidentes de Juli, en contraste con la parsimonia de Manzanares. Cada cual en su estilo y el hand to hand sin aparecer. Huno una faena de una técnica pulcra y perfecta, la de El Juli al que abrió plaza, estrecho y zancudo, de salida sin fuerza, bien mimado, afianzado por el torero y evitando dos cosas, a veces un gazapeo y a veces reponer. Una faena de oreja luego de estocada. Exceptuando ese momento de precisión de El Juli, el mano a mano fue agua sin gas. Un segundo de manos y cruz altas, estrecho de atrás y de sienes, se movió poco y mal, a su aire la cara, y manzanares hizo una faena de pausas, parsimoniosa en el ir y venir con una gran estocada.
Un tío fue el tercero, pero un tio que marcó pronto querencia a chiqueros y el que por fin vimos algo de capote. Porque exceptuando dos lidias de salida del madrileño y un quite por delantales y otro por chicuelinas, no hubo atisbos de rivalidad. Se rajó a la tercera tanda del torero. El cuarto, el más chico, fue el de mejor tranco y son , pero sin fuerza alguna en una faena deslucida y sin eco. Tuvo el cuarto tres tandas de embestida corta empujadas por El Juli, que había brindado el respetable, pero echó el cierre antes de la hora legal que permite la raza y la bravura. Buen toro el sexto en tipo, que, cayéndose en el primer muletazo del toreo, no tuvo alma ni para caminar. Se pasó bien por la espada a la corrida. Las cuadrillas lidiaron a favor de los toros y Trujillo le puso un par superior al sexto.
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