Querétaro (México). Talavante y El Payo sostuvieron una noche que pretendía festejar el cincuentenario de la Santamaría y cuya fiesta estuvo a punto de hacer aguas por culpa del ganado. Mansos, deslucidos, algunos con sentido, los toros de Fernando de la Mora y Barralva apenas ofrecieron prestaciones. Zotoluco y El Juli se estrellaron con sendos lotes infumables antes de que Talavante comenzara a levantar la cortina del tedio con una faena de torero macho, valiente, seguro y capaz, jugándose el tipo con un toro que transmitió su peligro y le pudo herir feo. La oreja, de las que cuentan. Luego El Payo cerró la noche en triunfo y redimió a los espectadores de tres horas de sopor con una actuación seria y a más, donde cotizó su mano zurda por encima del resto.
Payo reventó la noche en el último toro, el mejor de un encierro pésimo. Tuvo salida suave el de Barralva y después duró en la muleta, aguantnado la faena de El Payo,
más ligada con la derecha al principio, pero que adquirió entidad y
rotundidad con la zocata al final del trasteo, cuando se dejó ir tras la
muleta con el cuerpo antes de apretarse por manoletinas y cerrar la
obra de un estonazo. El cuarto fue el más feo y aunque se dejó en los
primeros tercios no acabó de empujar la muleta mediado el embroque. Hubo
un inicio ceñidísimo de El Payo, antes de ver como el toro se iba complicado por momentos hasta terminar quedándose sin pasar.
El
séptimo fue protestado por su pobre cara, pero el toro chico se hizo
grande en la muleta por su comportamiento emocionante. No renunció Talavante
a la pelea, aguantó las dudas del toro, que metía la cara entre las
manos antes de cada serie, le tragó, y le extrajo pases perdiendo pasos.
Tirando de él. Siempre con la mano derecha, encerrado en tablas,
tragando una barbaridad, el público se le entregó, y más cuando fruto de
su arrojo fue cogido de modo aparatoso pero sin consecuencias. La oreja
tuvo un peso tremendo. Basto
de hechuras -parecía Parladé- el tercero se dolió en banderillas y tuvo
una movilidad correosa y dura en la muleta. Muy difícil. Talavante lo intentó pero el animal siempre acometio sin entrega y con la cara muy suelta.
Abrió Zotoluco el festejo con un toro de Barralva
sin definir de salida y con movilidad pero sin clase en la muleta.
Trató de sobarlo el veterano torero, pero al segundo pase el toro
siempre se vino por dentro, protestando además cuando se vio sometido.
El quinto se lo brindó a El Niño de la Capea, pero el
toro, que empezó humillando y empleándose, cambió de manera radical
mediado el trasteo y comenzó a defenderse, poniéndose complicado y malo.
Zotoluco le ligó primero dos series con la derecha y tiró de oficio cuando el animal desarrolló.
Muy deslucido el segundo también, sin celo y amagando siempre con rajarse. El Juli lo
mete en el canasto, haciendo que el toro siempre vea tela, prolonga el
muletazo a la altura a la que embiste el animal pero no remata su
notable esfuerzo con el acero. El sexto, abierto y fino, también soltó
la cara sin pasar nunca del todo. El Juli brilló con el
capote, tanto en el saludo como en un quite por chicuelinas, y luego
estuvo insistente, tratando de alargar la embestida de un toro parado y
remiso, que además embistió con el pitón de fuera antes de pararse por
completo.
Plaza de toros 'Santa María' de Querétaro. Festejo del 50 Aniversario del la inauguración de la plaza. Casi lleno. Toros de Barralva (1º, 2º, 7º y 8º), destacó el último, premiado con el arrastre lento, y Fernando de la Mora (3º, 4º, 5º y 6º), muy deslucidos. Zotoluco, silencio en ambos; El Juli, silencio en ambos; Alejandro Talavante, silencio y oreja; El Payo, silencio y dos orejas |
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