Lima (Perú) Con
un sol impresionante y muy taurino se dio inicio a la segunda corrida
del abono de la Feria del Señor de los Milagros 2013 en donde se pudo
apreciar los tendidos con un poco más media entrada, para ver la lidia
de seis toros de las ganaderías colombianas de La Ahumada y San Esteban de Ovejas
de juego desigual y salvo el tercero y cuarto, los demás con genio, es
decir, la mal entendida bravura, y que además salvo el cuarto, no
cumplieron con propiedad en la suerte de varas. Preocupante, las
condiciones de lidia, ya que estas dos ganaderías nos tenían
acostumbrados a enviar encierros bastante más parejos de comportamiento.
Ante este material cabe decir que los tres coletas estuvieron muy por encima de los toros y es que de verdad no se trata de si un torero gusta más o menos, lo que se trata de decir, es si un torero le puede o no a un toro y bajo esa óptica, lo que pude ver en Acho, me agradó como aficionado.
El maestro Juan José Padilla desde que llegó a Lima, sintió el cariño de la afición y esta tarde retribuyo con creces el sentimiento que Lima tiene por él, y es que ha llegado a un grado de madurez importante en su carrera, pendiente en todo momento de lo que sucede en el ruedo, dicho en otra palabras, un director de lidia de lujo, probablemente a la gran mayoría no aprecien un conjunto de detalles que suceden en el transcurso de la tarde, pero ver al maestro Padilla colocado siempre donde tiene que estar, es un una lección que no podía dejar de reseñar.
Pocos toreros tienen ese carisma especial, que con su sola presencia impone simpatía y predisposición a que los aficionados y el público en general estén atentos y con deseos de aplaudirlo. Si además, a esto, sumamos que está en un momento importante de su carrera, el resultado, medio que los toros lo ayuden, se traduce en un rotundo triunfo como el que obtuvo esta tarde en Acho en su segundo. Deslumbró desde que se abrió de capote, con los palitroques sin prisas, y con un conocimiento de los terrenos para que los toros se empleen mejor en la suerte y lleguen al embroque de tal manera que le permitan asomarse al balcón y clavar los garapullos con lucimiento, hasta en los pares del “violín”.
Salió decidido a triunfar y así lo evidenció de muleta al recibir de hinojos al burel, pero toreando, no pegando pases, porque sólo así de rodillas se puede sacar de las tablas hacia los tercios a un toro llevándolo cocido en el engaño. Aprovecho las buenas condiciones de ejemplar de “La Ahumada” y las capitalizo en series con ambas manos, muletazos largos, redondos, molinetes, los de pecho de pitón a rabo, y unas manoletinas que las podía firmar el propio “Califa de Córdoba”. Un pinchazo en la pepa, y una estocada entera en el “hoyo de las agujas”, pasaportaron al de “La Ahumada” para el arrastre y al diestro de Jerez a dar la vuelta al ruedo con las dos orejas y luego al acabar el festejo, salir a hombros de los “costaleros” por la Puerta Grande de Acho.
La actuación del diestro granadino David Fandila El Fandi, tiene otra lectura totalmente distinta. A algunos probablemente nos les gusto en su conjunto, y eso es válido, sin embargo hay que decir que la lectura que le doy es diferente. Decía líneas arriba y otras ocasiones que soy partidario de aquellos diestros que tienen buena técnica y se imponen, diferente, a si me gusta o no el arte que emanan en su plasticidad y estética. Dicho esto el diestro El Fandi, pecho con el peor lote, aunque no el peor toro del encierro, por eso reitero, el peor lote en conjunto. Y es que a veces uno tiene que estar en las zapatillas del torero y decirse a sí mismo que podría hacer uno ante lo que tengo en frente, bajo esta valoración, siendo un torero de gran técnica, tapo del todo a su primero, un toro mirón, con sentido, que rebañaba al rematar los muletazos, que buscaba las piernas del torero, que en lugar de embestir, atropellaba, a pesar de ello y para agradar al público, coge los palos, cuando hubiese sido muy válido dejar a las asistencias parear ante el poco juego del toro para el segundo tercio, sin embargo no fue así y logró algunos pares lucidos.
Decía que estar delante de toros con esas características a veces engañan al público, porque la muleta del torero los hace ver, tal vez un poco menos malos, de lo muy malos que son, por eso, a mi entender, y pensando que haría yo delante de un cornúpeta de esas características, sólo me queda valorar la actuación de El Fandi, sin mayor lucimiento pero con gran técnica, no cualquiera le pegaba pases, y el de Granada lo toreo hasta que ya no se pudo más. Si estar así delante de una alimaña peligrosa, que se revolvía como un gato, con embestidas descompuestas y con peligro, y resolver esa papeleta con valor y técnica, eso para mí tiene un gran mérito.
En su segundo parecía que tenía más posibilidades de triunfo, sin embargo conforme se fue desarrollando la lidia, las buenas condiciones se fueron apagando, cuando se sintió el toro que le habían podido, se comenzó aburrir y la faena decayó en su tono y en su estructura y lo que comenzó con esperanzas, acabó con desilusión, cuando a El Fandi se le fue la mano en la suerte suprema y recetó un desagradable bajonazo. A mí juicio, sigue con el cartel intacto en Acho, y esperando que en una futura ocasión tenga mejor suerte.
El diestro peruano Alfonso de Lima estuvo en su primero en “torero”, que fácil es escribirlo, pero que difícil es serlo y cuando digo estar en “torero”, lo expreso con toda la hondura que tiene la palabra y el respeto que conlleva a quien se le dice. “Alfonso de Lima” esta tarde en Acho, se le vio en torero, con mando en el ruedo, dirigiendo con orden la lidia de él único toro con posibilidades que le tocó. Que si me sorprendió, claro que sí, y gratamente, pero eso no es obra del destino, ni de la suerte, eso es obra del profesionalismo que ha demostrado durante todo el año y en su preparación. Se le vio de un año a otro en Acho, una evolución y madurez que tal nadie se esperaba. Esta es nuevamente una de esas crónicas sobre la actuación de un torero, en donde poco o nada importa enumerar los lances y los pases que dio, sino valorar el conjunto de una actuación sobresaliente llena de torería desde que se abrió de capa. Esto evidentemente nos renueva la ilusión y la esperanza de saber que el escalafón de matadores nacionales contamos simplemente con un buen TORERO, si señores, con mayúsculas, porque se las ha ganado a ley.
Su segundo y que me perdone el ganadero por lo que voy a decir, fue un “marrajo”, término muy taurino para definir a toro que sólo busco el cuerpo de todos los toreros que se le pusieron por delante durante la lidia, un toro de hospital. Alfonso de Lima, lo intentó, pero el de La Ahumada sólo buscaba las carnes del torero, hizo bien en abreviar, tras demostrar al público, mas no al aficionado que se dio cuenta de inmediato, que había nada por hacer, porque sólo estar delante ya era un mérito por el enorme peligro de su desbordante malicia. Enhorabuena TORERO, nuevamente en mayúsculas, por si a alguien no le quedó muy claro.
Ante este material cabe decir que los tres coletas estuvieron muy por encima de los toros y es que de verdad no se trata de si un torero gusta más o menos, lo que se trata de decir, es si un torero le puede o no a un toro y bajo esa óptica, lo que pude ver en Acho, me agradó como aficionado.
El maestro Juan José Padilla desde que llegó a Lima, sintió el cariño de la afición y esta tarde retribuyo con creces el sentimiento que Lima tiene por él, y es que ha llegado a un grado de madurez importante en su carrera, pendiente en todo momento de lo que sucede en el ruedo, dicho en otra palabras, un director de lidia de lujo, probablemente a la gran mayoría no aprecien un conjunto de detalles que suceden en el transcurso de la tarde, pero ver al maestro Padilla colocado siempre donde tiene que estar, es un una lección que no podía dejar de reseñar.
Pocos toreros tienen ese carisma especial, que con su sola presencia impone simpatía y predisposición a que los aficionados y el público en general estén atentos y con deseos de aplaudirlo. Si además, a esto, sumamos que está en un momento importante de su carrera, el resultado, medio que los toros lo ayuden, se traduce en un rotundo triunfo como el que obtuvo esta tarde en Acho en su segundo. Deslumbró desde que se abrió de capote, con los palitroques sin prisas, y con un conocimiento de los terrenos para que los toros se empleen mejor en la suerte y lleguen al embroque de tal manera que le permitan asomarse al balcón y clavar los garapullos con lucimiento, hasta en los pares del “violín”.
Salió decidido a triunfar y así lo evidenció de muleta al recibir de hinojos al burel, pero toreando, no pegando pases, porque sólo así de rodillas se puede sacar de las tablas hacia los tercios a un toro llevándolo cocido en el engaño. Aprovecho las buenas condiciones de ejemplar de “La Ahumada” y las capitalizo en series con ambas manos, muletazos largos, redondos, molinetes, los de pecho de pitón a rabo, y unas manoletinas que las podía firmar el propio “Califa de Córdoba”. Un pinchazo en la pepa, y una estocada entera en el “hoyo de las agujas”, pasaportaron al de “La Ahumada” para el arrastre y al diestro de Jerez a dar la vuelta al ruedo con las dos orejas y luego al acabar el festejo, salir a hombros de los “costaleros” por la Puerta Grande de Acho.
La actuación del diestro granadino David Fandila El Fandi, tiene otra lectura totalmente distinta. A algunos probablemente nos les gusto en su conjunto, y eso es válido, sin embargo hay que decir que la lectura que le doy es diferente. Decía líneas arriba y otras ocasiones que soy partidario de aquellos diestros que tienen buena técnica y se imponen, diferente, a si me gusta o no el arte que emanan en su plasticidad y estética. Dicho esto el diestro El Fandi, pecho con el peor lote, aunque no el peor toro del encierro, por eso reitero, el peor lote en conjunto. Y es que a veces uno tiene que estar en las zapatillas del torero y decirse a sí mismo que podría hacer uno ante lo que tengo en frente, bajo esta valoración, siendo un torero de gran técnica, tapo del todo a su primero, un toro mirón, con sentido, que rebañaba al rematar los muletazos, que buscaba las piernas del torero, que en lugar de embestir, atropellaba, a pesar de ello y para agradar al público, coge los palos, cuando hubiese sido muy válido dejar a las asistencias parear ante el poco juego del toro para el segundo tercio, sin embargo no fue así y logró algunos pares lucidos.
Decía que estar delante de toros con esas características a veces engañan al público, porque la muleta del torero los hace ver, tal vez un poco menos malos, de lo muy malos que son, por eso, a mi entender, y pensando que haría yo delante de un cornúpeta de esas características, sólo me queda valorar la actuación de El Fandi, sin mayor lucimiento pero con gran técnica, no cualquiera le pegaba pases, y el de Granada lo toreo hasta que ya no se pudo más. Si estar así delante de una alimaña peligrosa, que se revolvía como un gato, con embestidas descompuestas y con peligro, y resolver esa papeleta con valor y técnica, eso para mí tiene un gran mérito.
En su segundo parecía que tenía más posibilidades de triunfo, sin embargo conforme se fue desarrollando la lidia, las buenas condiciones se fueron apagando, cuando se sintió el toro que le habían podido, se comenzó aburrir y la faena decayó en su tono y en su estructura y lo que comenzó con esperanzas, acabó con desilusión, cuando a El Fandi se le fue la mano en la suerte suprema y recetó un desagradable bajonazo. A mí juicio, sigue con el cartel intacto en Acho, y esperando que en una futura ocasión tenga mejor suerte.
El diestro peruano Alfonso de Lima estuvo en su primero en “torero”, que fácil es escribirlo, pero que difícil es serlo y cuando digo estar en “torero”, lo expreso con toda la hondura que tiene la palabra y el respeto que conlleva a quien se le dice. “Alfonso de Lima” esta tarde en Acho, se le vio en torero, con mando en el ruedo, dirigiendo con orden la lidia de él único toro con posibilidades que le tocó. Que si me sorprendió, claro que sí, y gratamente, pero eso no es obra del destino, ni de la suerte, eso es obra del profesionalismo que ha demostrado durante todo el año y en su preparación. Se le vio de un año a otro en Acho, una evolución y madurez que tal nadie se esperaba. Esta es nuevamente una de esas crónicas sobre la actuación de un torero, en donde poco o nada importa enumerar los lances y los pases que dio, sino valorar el conjunto de una actuación sobresaliente llena de torería desde que se abrió de capa. Esto evidentemente nos renueva la ilusión y la esperanza de saber que el escalafón de matadores nacionales contamos simplemente con un buen TORERO, si señores, con mayúsculas, porque se las ha ganado a ley.
Su segundo y que me perdone el ganadero por lo que voy a decir, fue un “marrajo”, término muy taurino para definir a toro que sólo busco el cuerpo de todos los toreros que se le pusieron por delante durante la lidia, un toro de hospital. Alfonso de Lima, lo intentó, pero el de La Ahumada sólo buscaba las carnes del torero, hizo bien en abreviar, tras demostrar al público, mas no al aficionado que se dio cuenta de inmediato, que había nada por hacer, porque sólo estar delante ya era un mérito por el enorme peligro de su desbordante malicia. Enhorabuena TORERO, nuevamente en mayúsculas, por si a alguien no le quedó muy claro.
Plaza de toros de Acho (Lima, Perú). Algo más de media plaza. Se lidiaron seis toros colombianos, dos ejemplares de San Esteban de Ovejas -primero y tercero- y cuatro de La Ahumada –segundo, cuarto, quinto y sexto, de juego desigual. Juan José Padilla, palmas y dos orejas; El Fandi, silencio y silencio y Alfonso Simpson, ovación y silencio. |
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