"Soñaba con algo así, con una tarde como la de ayer, pero también era consciente de que podía ocurrir otra cosa muy distinta. Yo esperaba lo bueno, pero también sabía que podía llegar lo malo, y afortunadamente se ha cumplido el mejor sueño de todas las posibilidades que había". Son palabras de José Miguel Arroyo "Joselito", que atiende a APLAUSOS mientras regresa a casa en coche tras abandonar Istres, donde este domingo cuajó una tarde para la historia."Estoy muy feliz y contento porque fue una maravilla. Hubo muchísima conexión con el público desde el primer momento. Desde que se rompió el paseíllo hasta la salida a hombros fue todo tremendo. Sentí el respeto, la admiración y el cariño de la gente y a cambio creo que fui capaz de transmitir lo que yo sentía. Y vi a la gente disfrutar con eso", reflexiona de primeras el madrileño, que cortó cuatro orejas y un rabo en una reaparición que, a pesar de los deseos de muchos de sus partidarios, "va a quedar sólo en eso, en un regreso puntual", afirma el maestro.
A pesar del gran éxito obtenido, Joselito dice haber amanecido con normalidad: "No he pensado en nada, sólo en que tenía que hacer el viaje de vuelta a casa", comenta con naturalidad y un punto de sorna. A pesar de ello, cuesta imaginar que el regreso no haya invadido al artista de sensaciones especiales: "En realidad la sensación bonita fue ayer, cuando estaba en la plaza delante del toro", relata;"ver que podía acariciar la embestida, llevarla con temple, con mimo, donde quería y como quería, y sentir que aquello me respondía y que era capaz de dominar todo y poder ser creativo, fue el momento álgido y bonito de verdad. Luego, lo demás es pasajero".
Se le notó a gusto desde el primer lance. Parecía no haber pasado el tiempo desde aquella última tarde de Zaragoza en octubre de 2003: "Hubo mucho disfrute, tuve la sensación de estar muy a gusto con los dos toros y realizar lo que realmente quería. Hice un sueño realidad. Tantos días soñando con hacer eso… y al final me salió", declara quien asegura con firmeza que lo del domingo ha sido un hecho aislado en su carrera: "Así va a ser. Y así lo dije en su momento".
¿A día de hoy sigue habiendo ese convencimiento de no torear más a pesar de su redonda tarde en Istres?, cuestionamos al torero, que responde: "No, a pesar de eso no; precisamente eso es lo que más refuerza ese convencimiento", declara sonriente, y explica: "Aunque hubiera salido muy mal todo, tampoco habría decidido volver. Lo advertí con anterioridad para que la gente no pensara cosas raras. Dije: si estoy muy bien, que hay posibilidades, no voy a torear; y si estoy muy mal, que también hay posibilidades, tampoco voy a hacerlo. Pero si la gente quiere seguir erre que erre haciéndose pajas mentales, pues nada… ¡que sigan!".
Aun así, a Joselito no escapa lo mucho que ha ilusionado al aficionado la sola posibilidad de su retorno a las plazas: "Soy consciente, pero también sé que ayer todo iba a favor de obra y que la gente estuvo especialmente cariñosa", y admite: "Así debía ser siempre el público que va a los toros, como el de Istres, y no ese otro público agrio que va a enfadarse y a ver defectos. Los toros son una fiesta y a ella hay que ir con el carácter y la forma con que la gente fue ayer a la plaza. Hay que ir a intentar sorprenderse con algo bello. Que luego surge, como fue el caso de ayer, maravilloso. ¿Que no? Pues no pasa nada… A la siguiente será".
DE LOS TOROS, EL VESTIDO Y LA MONTERA
Joselito sorteó dos buenos toros de Garcigrande: "Mi primero fue muy bueno, me encantó; y mi segundo, siendo algo más complicadillo, respondió bien. Lo único es que al principio por el lado izquierdo no lo veía yo tan claro, pero poco a poco lo fui metiendo en la canasta hasta pegarle una tanda buena al final". A ese segundo lo mató como acostumbraba cuando estaba en activo, algo que no ocurrió con su primero: "Al primero le pegué un pinchacito adelante, luego me ocurrió una cosa extrañísima, que no me había pasado en la vida, pues la espada me hizo guardia por el lado derecho del toro, y al tercer viaje sí lo maté muy bien cayendo el toro rodado; e igual de bien, sólo que a la primera, maté al del rabo". Con capote y muleta, además, "estuve muy a gusto, de verdad" y matiza, "y hablo con las dos manos; con lo fundamental y con lo accesorio, con todo".
El madrileño vistió un terno de los que utilizó en su última campaña en 2003: "No hubo que tocarlo para nada, ni para ensanchar ni para estrechar", confiesa antes de explicar: "Todo el mundo pensaba que iba a hacerme uno nuevo y no era por no estrenar, pero me hacía ilusión enfundarme en uno de los antiguos por ver que todavía me cabe el cuerpo ahí después de casi once años retirado". El color del terno, con bordado original, despertó dudas entre los aficionados: "Es que es un color un poco raro", admite el torero, que detalla: "No es ni azul marino ni nazareno. Es justo un tono a mitad camino entre el morado y el azul. Depende de cómo le pegue el sol la tonalidad cambia un poco, porque cuando lo veía en el cuarto de los vestidos me parecía azul marino y cuando lo saqué para afuera me pareció un poco más morado".
Como dato curioso, Joselito realizó el paseíllo con la montera calada hasta las cejas a pesar de presentarse en el coso de El Palio: "No fue un descuido", aclara José Miguel; "lo que pasa es que tengo muchos años y ya peino canas como para salir con la montera quitada", y recuerda: "A parte, eso de desmonterarse en cada debut fue una moda que trajeron los sudamericanos a España hace sesenta o setenta años y al final se quedó instaurada; pero los matadores antiguos, cuando debutaban no tenían que hacer el paseo sin montera".
Curiosidades al margen, lo importante es lo que pasó después ante el toro. Y muchos, diga lo que diga el torero, sueñan con que en Istres se haya despertado el gusanillo…
FUENTE APLAUSOS
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