Cerca de un millar de personas se dio cita en
Salamanca para despedir al ganadero Nicolás Fraile, fallecido en la
madrugada del 7 de enero tras sufrir una larga enfermedad. El funeral,
celebrado en la céntrica iglesia de San Julián, acogió a todos los
miembros de su familia, a cuyo frente estaba Mari Visi Mazas, su viuda,
acompañada de sus hijos, José Enrique y Nicolás, junto a sus mujeres.
Al acto acudió la práctica totalidad de la Salamanca ganadera, desde el veterano Alipio Pérez-Tabernero, acompañado de su hijo Alipio, hasta Juan Ignacio Pérez-Tabernero, pasando por Íñigo Sepúlveda, Carlos Charro, Miguel Zaballos, Francisco Galache Calderón, José Ignacio Charro, la familia Matilla, la familia Sánchez Cobaleda, Antonio Martín Tabernero, Juan Manuel Criado...
Numerosos toreros como Jumillano, Juan José, Rui Bento, David Luguillano, José Ignacio Sánchez, Andrés Sánchez (muy vinculado a esa casa), José Ramón Martín, Javier Valverde, López Chaves, Daniel Martín, Esaú Fernández, Carlos Navarro, Alejandro Marcos… junto a decenas de picadores como Juan Mari García, Victoriano Cáneba, Salvador Herrero… o banderilleros como Adolfo Lafuente, Tomás Pallín, Arturo Martín, José Rubén, además de gentes del mundo empresarial taurino, caso de Manuel Martínez Erice, Carlos Charro, Mateo Carreño, Julián Alonso, Martín Perrino, Adrián Castro, Clemente Castro, periodistas, personalidades de la Fiesta llegadas de otras latitudes, representadas en el francés André Viard, además de varios políticos de la tierra y representantes de la sociedad salmantina.
El finado Nicolás Fraile hizo grande al arte de criar toros bravos. De saber adaptarse a las exigencias de los tiempos y no perder jamás la búsqueda de la casta y la bravura que exigía a sus toros, por lo que la selección en las faenas de campo la hizo con máximo escrúpulo y exigencia. Alto y magro, como un chopo ribereño, era ante todo un señor y caballero que supo ser querido y admirado, más allá de sus éxitos como ganadero, gracias a la bonhomía y saber estar con la que pasó por la vida.
Al acto acudió la práctica totalidad de la Salamanca ganadera, desde el veterano Alipio Pérez-Tabernero, acompañado de su hijo Alipio, hasta Juan Ignacio Pérez-Tabernero, pasando por Íñigo Sepúlveda, Carlos Charro, Miguel Zaballos, Francisco Galache Calderón, José Ignacio Charro, la familia Matilla, la familia Sánchez Cobaleda, Antonio Martín Tabernero, Juan Manuel Criado...
Numerosos toreros como Jumillano, Juan José, Rui Bento, David Luguillano, José Ignacio Sánchez, Andrés Sánchez (muy vinculado a esa casa), José Ramón Martín, Javier Valverde, López Chaves, Daniel Martín, Esaú Fernández, Carlos Navarro, Alejandro Marcos… junto a decenas de picadores como Juan Mari García, Victoriano Cáneba, Salvador Herrero… o banderilleros como Adolfo Lafuente, Tomás Pallín, Arturo Martín, José Rubén, además de gentes del mundo empresarial taurino, caso de Manuel Martínez Erice, Carlos Charro, Mateo Carreño, Julián Alonso, Martín Perrino, Adrián Castro, Clemente Castro, periodistas, personalidades de la Fiesta llegadas de otras latitudes, representadas en el francés André Viard, además de varios políticos de la tierra y representantes de la sociedad salmantina.
El finado Nicolás Fraile hizo grande al arte de criar toros bravos. De saber adaptarse a las exigencias de los tiempos y no perder jamás la búsqueda de la casta y la bravura que exigía a sus toros, por lo que la selección en las faenas de campo la hizo con máximo escrúpulo y exigencia. Alto y magro, como un chopo ribereño, era ante todo un señor y caballero que supo ser querido y admirado, más allá de sus éxitos como ganadero, gracias a la bonhomía y saber estar con la que pasó por la vida.
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