México DF. Adame volvió a conquistar La México, plaza que lo idolatra y lo venera, posiblemente como a ningún otro torero nacional en la actualidad. Pero el joven hidrocálido devuelve cada tarde esta adoración con una entrega plena. En la 16ª de la Temporada Grande además Adame bordó una faena grande a un buen sobrero de Montecristo, plena de continuidad, de intensidad y hondura, con momentos extraordinarios por el pitón derecho. Y el público volvio a levantar en volandas por tercera tarde consecutiva esta temporada a su ídolo.
El Pana,
en la que posiblemente sea su despedida de esta plaza, apenas pudo
dejar algún apunte, en un adiós un tanto desangelado, mientras a Morante
ni le colaboraron sus toros ni el público le acabó de reconocer su
entrega, que cristalizó en varios muletazos con la derecha de
insuperable expresión al quinto, muy deslucido, como la mayoría del
serio envío de Villa Carmela.
Adame cortó las dos orejas del tercero, un bravo sobrero de Montecristo,
al que cuajó con el capote -bordó el Quite de Oro- antes de firmar una
obra grande con la muleta. Por el pitón derecho, el mejor del toro,
surgieron series de gran hondura y entidad, mientras que por el lado
zurdo, que el toro se quedó más corto, la faena no perdió ni crédito ni
intensidad. Faenón del torero hidrocálido, con un final en tablas de
enorme fuerza y un espadazo en la suerte de recibir del que salió el
animal rodado. Luego
hizo un esfuerzo en el sexto, más parado, menos claro, y metiendose en
el terreno del toro, extrajo de uno en uno muletazos de gran solidez. La
espada le robó otro trofeo.
El primero de Morante, serio y astifino, salió abanto, y esa falta de fijeza la trasladó a la muleta, donde resultó probón y nunca se entregó. El de La Puebla
no tuvo la más mínima opción. Luego parte del público portestó de modo
incomprensible la presencia del quinto, toro alto y serio, y se puso a
la contra del torero sevillano, que incluso logró acallar las protestas
con varios muletazos al ralentí con la mano derecha que el toro, manso y
a la defensiva, no tenía, y que Morante extrajo con gran naturalidad, aunque el público no fue sensible al esfuerzo del torero.
El Pana, que vistió de oro por primera vez en su carrera, arranco la tarde con un animal obediente, que dejó estar al torero de Apizaco,
pero le faltó transmisión y recorrido para que la faena llegara al
tendido más allá de algunos detalles del veterano torero, principalmente
en el toreo por alto. El cuarto tampoco se deslizó y el Brujo, que
dibujó como mayor logro una sentida serie sobre la mano derecha, no
acabó de confiarse. Fue pitado.
Monumental de México. 16ª de la Temporada Grande. Más de 40.000 personas. Toros de Villa Carmela, de juego desigual. Un sobrero de Montecristo (3º) bravo y con recorrido por el pitón derecho. El Pana, silencio tras aviso y pitos; Morante de la Puebla, silencio en ambos; Joselito Adame, dos orejas y ovación |
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