Más allá de las orejas obtenidas, Fandiño dejó sensación de autoridad y mando, de dominio de la escena, de seguridad y convencimiento en sus tres toros. Por eso conectó desde el primer minuto con el público ecuatoriano, que llenó casi en su totalidad el coso San Francisco de Quito y le ovacionó con fuerza durante todo el espectáculo.
Su primero fue obediente a los toques pero le costó romper para delante. Lo esperó mucho el torero y cuando el animal metió la cara lo empujó para delante con gran determinación y aplomo hasta conseguir una faena de buena estructura y notable hondura, premiada con una oreja por un pinchazo previo a la estocada.
Al cuarto lo saludó Fandiño con apretadas gaoneras de salida y se lo dejó llegar muy cerca en un comienzo de pases cambiados por la espalda. Después hubo muletazos con gran expresión con la mano derecha y de considerable longitud con la zurda, además de rematar su obra de un contundente espadazo. Luego estuvo muy firme con el castaño sexto, una prenda que llegó muy avisado al último tercio.
Albán dejó apuntes sueltos en tres lidias largas y voluntariosas. Destacó el saludo capotero al que abrió plaza, la certera estocada al tercero y varios naturales limpios y de largo trazo al quinto, el toro más completo del conjunto ganadero, al que cerró faena por manoletinas de rodillas. La espada le impidió salir en hombros.
Plaza de toros San Francisco de Quito. Segunda corrida de la Feria de Jesús de Gran Poder. Casi lleno. Toros de Campo Bravo y El Pinar (2º
y 3º), de variada presencia, buenas hechuras, manejables en distinto
grado salvo el peligroso sexto. Destacaron el cuarto y el quinto, que
fue el más completo. Guillermo Albán, vuelta al ruedo, oreja y ovación tras aviso; Iván Fandiño, oreja, dos orejas y aplausos. Destacó a caballo Rafael Agudo.
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