Manuel Jesús "El Cid" atiende aBurladero.com tras proclamarse ganador del importante Premio Taurino de ABC por su faena de la Feria de Otoño al toro de Victoriano del Río. Una manera rotunda de terminar una temporada marcada por la regularidad y la eclosión de un nuevo concepto del toreo. Las Ventas cayó rendida a los pies del de Salteras a pesar de pinchar una faena de dos rotundas orejas. Se abre una nueva puerta para este torero que ha luchado incesantemente hasta conseguir ser uno de los imprescindibles en las ferias.
¿Cómo resume esta temporada 2013 que acaba de terminar?
La verdad es que estoy muy contento porque ahora estoy recogiendo los frutos de una buena temporada. Ha habido momentos muy buenos y tardes importantes, y es de agradecer que la afición lo reconozca. Muchas veces para los toreros es cansado trasladarse de un sitio a otro en invierno porque no se para durante la temporada, pero es necesario estar en contacto con la afición, con aquellos que te ven en la plaza. Es muy bonito.
Se lleva uno de los premios de peso de la temporada por la faena de la Feria de Otoño de Madrid, ¿qué sensaciones le produce?
La verdad es que cuando me llamaron para comunicármelo me llenó de satisfacción. Es uno de los premios más importantes, a pesar de contar con tan sólo seis ediciones tiene mucho peso. El jurado es experto y tiene mucha importancia dentro del mundo taurino. Me emocioné porque no me lo esperaba. Madrid fue muy importante, esa tarde está acarreando muchas alegrías a mi carrera profesional.
¿Esa misma noche, cuando llegó al hotel, pensaba que la tarde iba a tener esa repercusión después de perder las orejas con la espada?
Siempre son importantes las dos orejas, sobre todo cuando tienes en la mano la Puerta Grande de Madrid que es lo máximo a lo que aspiras. Sabía que lo que había hecho era algo de mucho peso, sabiendo la importancia de Las Ventas. Me vio todo el mundo, pero eso cuando iba para el hotel estaba muy mosqueado. Lo que uno siempre tiene en la mente es salir a hombros. Lo que pasa es que según va pasando el tiempo, uno piensa y sabe del reconocimiento de la afición. Mucha gente me llamó dando la enhorabuena, ellos dieron menos importancia a la espada que yo y me vine un poco más arriba de lo que estaba. La afición también disfrutó mucho, y en la plaza más todavía.
Los que pudimos ver la faena en la plaza vimos una nueva versión de El Cid; no podemos decir que fuera una sorpresa pero disfrutamos de ese nuevo concepto.
Es una lucha que llevo conmigo mismo desde hace mucho tiempo, el intentar aportar cosas nuevas, perfeccionar mi toreo. Buscar dentro de mi tauromaquia el cuajar un toro estéticamente más bonito, conectando con el público. El torear derecho no quiere decir que pierdas ni profundidad ni dominio del toro, al revés. Lo toreé con la cintura, siempre muy dominado, con muletazos muy profundos encajados en la cintura. No está reñida la verticalidad con la profundidad en el toreo. Es lo que he estado intentando conseguir estos años, en esta temporada. Lo he logrado alguna vez, lo que pasa es que se produjo en sitios de menor repercusión. Afortunadamente ha ocurrido en Madrid y, aunque sea un tópico, cuando uno está bien allí, te abre muchas puertas y te da muchísimo. También cuando pasa todo lo contrario.
El toro aguantó varios capotazos exigentes un tercio de quites largo y, ya en el primer muletazo, el tendido se rindió.
Ya venía el público metido en la faena desde el capote. Lo toreé bien de salida y el quite por delantales después del puyazo fue muy cadencioso. La réplica del quite de Iván Fandiño ya fue lo definitivo para que entraran del todo. Después me fui a por la muleta y vi el pitón izquierdo, empecé a torear de principio. Tampoco estaba muy sobrado de fuerzas, tenía mucho ritmo y calidad y podía servir para cuajarlo bien. Era otro tipo de toro al del muletazo largo, bajo y profundo. Por eso cuando me puse en el centro de la plaza supe que la forma de cuajar ese toro era esa.
El Cid en estos trece años de carrera ha sido un torero clave en las tres grandes plazas de España: Madrid, Sevilla y Bilbao.
Siempre se me han dado bien. Han sido pilares en mi carrera y en mi temporada. Lo más importante es que, tras trece años de matador y catorce temporadas, la gente me sigue esperando y disfruta cuando cuajo un toro. Cada vez es más difícil porque no soy novedad y te exigen mucho. Eso o hacer las cosas cada vez más perfectas para conectar. Esa ilusión de ver a la gente metida en la faena desde el principio es lo que llena y lo que anima a seguir trabajando y luchando. En definitiva, seguir mejorando.
¿Se afronta con más ilusión si cabe la temporada 2014 después de el aldabozando de Madrid?
La ilusión siempre está ahí. Todas mis temporadas las inicio con una ilusión tremenda porque he sido un torero que he tenido que empezar todos los años, como aquel que dice, casi de cero. Entro en las primeras ferias pero he tenido que cortar las orejas diariamente. También es verdad que el 2014 puede ser un año especial ya que he terminado la temporada a un nivel alto, disfrutando y sin que me pesara el traje de luces. He llegado muy fresco, eso es importante para mí. Se ha notado a la hora de estar delante de los toros.
¿Satifecho con lo que ha conseguido en los ruedos estos trece años?
Sí, satisfecho y muy contento porque cuando uno empieza se tienen sueños y yo he hecho los míos realidad. El poder disfrutar delante de un toro, el poder vivir del toro... Me ha dado muchas satidfacciones y todo lo que tengo se lo debo al toro. Ha habido mucho entrenamiento y sacrificio para intentar cuajar los toros como uno quiere. Uno aspira a más porque necesitas ese plus para intentar mejorar. El día que esa ilusión se va, todo se apaga. Un torero sin ilusión es un torero sin alma. Y sin alma no se puede torear, dejas de conectar. Conviertes una cosa especial en algo vulgar, y eso no lleva a ningún camino.
¿Habrá temporada americana?
Voy sólo a Mérida (Venezuela). Tengo ese compromiso contraído desde el año pasado. No voy a torear más, quiero preparar la temporada española.
¿Cómo pasa el invierno?
Estoy en el campo todos los días, aprovechando el buen tiempo relativo para torear. Cuando empiece a llover va a ser más complicado torear en el campo y los entrenamientos serán distintos.
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