Toros sí... porque lo quiere el pueblo
No es cierto que vivamos en una sociedad "destaurinizada". A pesar de las numerosas zancadillas a las que está expuesto el toreo, sigue siendo el segundo espectáculo de masas de este país y revitaliza las maltrechas economías de las zonas donde se programan festejos.
Detractores y voces apocalípticas del toreo pregonan que la Fiesta cada vez deja de contar más para la sociedad. Afirman que aumenta el número de "ateos" a esta religión tan antigua como el propio hombre. Y visto desde afuera no les faltaría razón. Pero solo visto desde afuera.
Considerando la circunstancia de que las plazas de toros han presentado "mucho cemento" para justificar un deterioro en la salud taurina, se podría considerar que es una afirmación superflua y carente de fundamento para analizar dicha cuestión. Si aficionados y público han dejado de ir a la plaza, lo han hecho atendiendo principalmente a razones motivadas por la crisis que nos afecta al bolsillo, dado que nuestra economía doméstica está marcada por una situación en muchos casos desbordante. Por ello, el mercado taurino está en fase de ajuste y las plazas solamente se llenarán cuando el cartel es de interés y cuando hay un trabajo previo de buena organización y promoción. Ya no vale pegar carteles 15 días antes del inicio de una feria para llevar a la gente a la plaza. Ya no vale programar festejos sin mayor criterio que la tradición de dar toros en una fecha, o plantear ferias de bajo coste. Es necesario dejar la gestión de las plazas y sus seriales a auténticos profesionales y alejarlas de piratas, chuflones y julais que dejan los cosos como solares.
Unos de los mayores inconvenientes con los que se encuentran estos organizadores de festejos taurinos es tener que bregar con unos costes de producción tan brutales como incoherentes. Asumir el riesgo de encarar una sola tarde de toros, en plaza de tercera categoría, con unos gastos de 90.000 euros, o programar un serial de tres festejos de interés jugándose más de 300.000, supone un riesgo en el que es muy difícil encontrar una lógica rentabilidad. Y que nadie crea que estos dineros van a parar en su mayoría a las arcas de toreros o ganaderos, las piezas más importantes del puzzle. El montante desaparece en un constante goteo que se desangra en tasas administrativas, pagos a la Seguridad Social, equipos veterinarios, seguros, alquiler de piso, recogida de MER, impuestos... que hacen que personas que no se juegan absolutamente nada —ni su vida ni su patrimonio- ganen más dinero que el propio organizador. El toreo es tratado como la gallina de los huevos de oro.
Otro problema que salpica al mundo del toro, es la política. El toreo, salvo en contadas y ejemplares ocasiones, solo cuenta para políticos y partidos como tema recurrente para rascar votos y despistar al personal de temas escabrosos. Y reconozcámoslo, hasta los que dicen apoyar la causa taurina, jamás se mojan más allá de la palabrería. Porque no juzgaré la importancia del "paso a Cultura" y los últimos movimientos para declararnos si somos un bien cultural o patrimonio de la humanidad, pero sí juzgaré la subida del IVA, el abuso en los alquileres de las plazas (casi todas de titularidad pública) o los 0 euros que los presupuestos generales destinarán al toro. Los políticos, salvo contadas ocasiones, aman la Fiesta para pasearse engominados por los callejones en tardes de postín o darse atracones de embutido y jamón en palcos, mientras miran de espaldas como un tío se juega la Femoral. Y encima de gratis...
Y por último, entrar en consideración de como es tratado el toreo en los medios generalistas, principalmente la televisión. Solo toma atención cuando hay que mostrar desgracias o polemizar sobre si hay que prohibir. Decía un aficionado que si el fútbol fuera tratado en la televisión como son tratados los toros no iría a los estadios ni el apuntador... pero también hay que decir que el negocio taurino, aquellos que viven de él, no hacen absolutamente nada para asegurar que esos medios nos traten mejor.
A pesar de todo lo expuesto, a pesar de la cantidad de enemigos que azotan a la tauromaquia desde dentro y desde fuera, los toros siguen siendo el segundo espectáculo de masas, solo superados por el fenómeno mediático que supone el fútbol.
Movilizan a millones de personas en todo el mundo. Mueven millones de euros, de los cuales la mayoría se quedan en las arcas públicas. Aseguran la continuidad de miles de puestos de trabajo, incluso paradójicamente muchos de ellos se crean a partir de las pretensiones de querer prohibirlos. Y es que esta actividad es tan importante, que ofrece negocio hasta para quien está en contra de ella...
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