Algo sobre encastes
Es complicado remontarse a los orígenes milenarios del toro de lidia, a su descripción y evolución, sin tener que apoyarse en teorías más o menos ilustradas que lamentablemente adolecen de un riguroso análisis científico que las haga definitivamente fiables. El toro ha pastado las dehesas y montes mediterráneos desde el origen mismo de su ser, cuando la cultura de este Mare Nostrum que bañó Egipto, Creta, Grecia o Roma, tomó al toro como símbolo de sus más profundas creencias, cuando no como dios merecedor de adoración.
Pero el toro que hoy se corre en las plazas es otro. Es el que documenta su origen en el siglo XVIII, cuando el hombre comienza a manipular su naturaleza para hacerlo más bravo, fuerte y noble, y no tan fiero y salvaje como había sido hasta entonces. Hay quien piensa que la casta es el rastro salvaje de su origen, los pocos glóbulos de sangre indómita que aún conserva el toro de aquella libertad absoluta que disfrutó en los montes y dehesas de España.
ENCASTES PRIMIGENIOS
Si atendemos a la descripción que hace Cossío de las tres razas de toros que están en el origen del toro de lidia, andaluza, castellana y navarra –las castas exóticas quedan aparte-, seguramente nos quedaremos cortos en la interpretación de esa estirpe. El profesor Areva, quizá el más reputado especialista en esta materia, dividió el origen del toro en las siguientes castas: Vistahermosa, Vazqueña, Navarra, Cabrera, Espinosa-Zapata, Jijona, Gallardo, Castellana y Morucha.
Casi todas documentan su origen en el siglo XVIII, el siglo de las luces, pero solo una es base de casi el 99 % de la cabaña brava actual: Vistahermosa.
Casta Vistahermosa
Está sangre riega el corazón de casi todos los toros de la actualidad. De ella han germinado encastes más modernos como son los de Domecq, Murube, Atanasio, Núñez, Saltillo, Santa Coloma o Albaserrada, entre otros. La sangre Vistahermosa fue creada por Pedro Luis de Ulloa en la Utrera de la segunda mitad del siglo XVIII. Se mantuvo pura esta sangre más de siglo y medio y como queda dicho, dio origen a muchas vacadas distintas. |
Casta Vazqueña
Este experimento genético lo realizó Gregorio Vázquez en 1757 mezclando varias sangres que dieron un toro distinto en conformación, trapío y pujanza. Hay que decir que resistió al toreo hasta principios del siglo XX, ya que las nuevas tendencias lidiadoras requerían otros comportamientos. Su pelaje era variopinto pero hoy tan solo un par de ganaderías muestran su esencia: Concha y Sierra y Prieto de la Cal.
Casta Navarra
Esta sangre se haya casi extinguida a pesar del esmero que están poniendo distintos ganaderos navarros en recuperarla. Tiene su origen en la mitad del siglo XVIII y se formó con reses del país. Las primeras ganaderías con este encaste fueron la de Guendolaín y la de Joaquín Zalduendo. Eran toros pequeños, nerviosos y de muchos pies y sus pelajes variaban entre el castaño, retinto, colorado o negro.
Casta Cabrera
En la mitad del XVIII, José Rafael Cabrera creó esta raza. Eran toros de gran alzada y largura y de constitución agalgueñada. Sus pintas variaban entre la negra, cárdena, berrenda en colorado, colorada y ojo de perdiz. Actualmente solo los toros de Miura poseen esta sangre y parte también está en los de Partido de Resina, los antiguos Pabloromeros |
Casta Espinosa-Zapata
A finales del siglo XVII, María Espinosa fundó una ganadería en Arcos de la Frontera con vacas de Salamanca. Sus toros eran duros y bravos, muy corpulentos y de pelajes castaños, negros y salineros. Añade Zapata a su nombre por haber adquirido los toros de esta familia
Casta Jijona
Aunque se atribuye su origen a la mano sabia de José Jijón, hay quien piensa que mucho antes del dieciocho ya existían reses con estas características en Ciudad Real, Colmenar y en las riberas del Jarama. Sus famosas pintas eran de rojo encendido y fueron toros famosos por su gran alzada y su poderío.
Casta Gallardo
También el origen de estos toros está en el siglo XVIII. Sobrevino de la mezcla de toros andaluces con navarros, siendo su fundador el sacerdote de Rota Marcelino Bernaldo de Quirós. Este encaste está prácticamente perdido.
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