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miércoles, 19 de marzo de 2014

EL PORQUE DE LAS FIGURAS DEL TOREO


Espeluznante fue la cogida a Enrique Ponce entrando a matar al segundo de la tarde. De escalofrío. Fue prendido por el muslo y ya en el suelo, el toro se enceló con el diestro en momentos que resultaron angustiosos, siendo corneado en la axila. Se lo llevaban las cuadrillas a la enfermería pero Ponce, sangrando, con la clavícula fracturada y enormemente dolorido, en un gesto de torero grande aguantó en la plaza hasta que cayó el toro y se fue por su propio pie a la enfermería. La plaza le pidió de manera unánime las dos orejas que paseó la cuadrilla.
El valenciano había estado muy firme con el toro, al que supo aprovechar y potenciar sus virtudes. El de Victoriano resultó algo agarrado al piso y tardo, pero cuando tomaba la muleta lo hacía humillado y entregado. Dejó buenos pasajes el torero, sobre todo al natural, obligándolo a romper en todo momento y tirando con determinación en una poderosa muleta. Brindó Ponce al cielo en memoria de su abuelo, quien seguramente le hizo un quite desde el cielo.
Ponce había doctorado antes a Jesús Duque con Jilguero, un toro que llegó a la muleta desfondado, embistiendo muy adormilado. El toricantano se mostró muy por encima, sacando más de lo que tenía el toro, al que aguantó muy firme su lenta embestida. Todo lo hizo con despaciosidad, gusto y buen concepto. Mató de una estocada casi entera.
El destino le guardó a Duque un toro bravo y encastado en toda su dimensión. Fue el quinto, Cantaor, que tuvo muchas virtudes, galopó con alegría y franqueza, queriendo tomar el engaño con celo en una embestida repleta de transmisión. Su fijeza, su manera de humillar y repetir fueron condiciones excelentes. Incansable este gran toro de Victoriano del Río para el que incluso hubo petición de indulto. Al final, el premio fue una merecidísima vuelta al ruedo póstuma.
No era fácil estar delante de un oponente tan bravo y Jesús Duque, al que hay que entender que se enfrentaba a su segundo toro como matador de alternativa, no se amilanó en ningún momento. Desde el principio salió a cumplir su sueño yéndose a la puerta de chiqueros, recibiendo al toro con una larga limpia. Toreó con mucha determinación el de Requena, logrando ligar la exigente embestida del astado, siempre muy encajado y con muletazos que tuvieron belleza. Siguió toreando cuando pidieron el indulto pero al final, acabó recetándole una estocada al encuentro que resultó efectiva. Dos orejas, vuelta al toro y cumplido el objetivo del toricantano.

EL JULI, TOREO Y RAZA
Hubo buena comunión entre el cuarto toro y El Juli. Bravo uno, poderoso el otro. El de Victoriano embistió con motor de primeras para ir atemperándose bajo el mando del madrileño, que se vació toreando con autoridad. Brilló su tauromaquia de trazo largo, la que imprime largura y profundidad a su toreo, con un toro que siguió el engaño humillado. Roto el torero, los naturales tuvieron recorrido, ofreciendo siempre la muleta por delante para ligar con la bamba de la misma. La plaza, un clamor. Gran dimensión la ofrecida por el madrileño, que brindó la faena a la cuadrilla de Enrique Ponce. Pinchó antes de dejar una estocada marca de la casa. Oreja de peso.
Salió El Juli espoleado frente al que cerró plaza, con hambre de triunfo para no quedarse atrás. Sacó toda su raza, carácter y técnica lidiadora para sobreponerse a un toro sin fondo ni fuelle, aunque con nobleza por el pitón derecho, que aprovechó Julián para torear muy despacio, sosteniendo la embestida con pulso. Mató de una estocada casi entera y a pesar de los dos descabellos, se le premió con la oreja.
El Juli estuvo muy por encima del tercero, un toro sin recorrido y protestón, que soltaba la cara con feas intenciones. La poderosa muleta de Juli tapó los defectos del victoriano y extrajo algunas series meritorias, en las que pulseó bien la embestida, con toques fuertes para fijar. Mató de estocada entera algo trasera.
Valencia. Martes 18 de marzo. Toros de Victoriano del Río, bien presentados, de juego desigual. Destacaron sobre todo los bravos 4º y 5º, este último, nº 55, "Cantaor", negro mulato, de 570 kilos, premiado con la vuelta al ruedo. Enrique Ponce: Dos orejas.; El Juli: Ovación con saludos, oreja tras aviso y oreja; Jesús Duque, que tomaba la alternativa: Vuelta al ruedo y dos orejas. Entrada: Lleno. Jesús Duque se doctoró con el toro "Jilguero", nº 90, tostado bragado, de 520 kilos.
Parte médico de Enrique Ponce: "Cornada de 25 centímetros, que alcanza espacio subclavicular. Diseca completamente el pectoral y provoca un hematoma perivascular y perinervioso que se controla. Tiene también una fractura de clavícula izquierda, pendiente de estudio radiológico".
FUENTE APLAUSOS

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