Páginas AFICIONADOS TAURINOS SIN ANIMO DE LUCRO

lunes, 3 de junio de 2013

RAFAEL DE PAULA

Rafael es la esencia pura del toreo. Gitanería de Jerez. El capote del siglo XX. La estampa contemporánea de la Tauromaquia. Los ángeles morenos metidos en los pespuntes de la franela. Esa barbilla hundida en el pecho para componer un cuadro eterno, único. ¡Ole, ole y ole!
Creo que no es necesario confesar que soy paulista hasta la médula. Ha sido mi torero y el de mucha gente. Ha sido el matador que me ha hecho saltar en los tendidos, el artista que en cada muletazo me ha dado puñalaítas en las entrañas, el que me ha hecho sentir la grandeza del toreo, el que me pellizcaba en cada lance y me ponía los vellos de punta con esa media arriñoná.
Admirado y discutido, Rafael no dejaba a nadie indiferente, ni en los días de gloria ni en las malas tardes, que de todo ha habido. Sólo verlo hacer el paseíllo con ese pataje tan singular -la lesión de rodilla ha sido un lastre en su carrera-, con ese áe, ya merecía la pena ir a la plaza a verle. Esa admiración sin límites me hizo acercarme a él, a su toreo y a su persona, y ahí descubrí un torero genial, único, y muy interesante en esa relación humana que establecimos.
Compartí con él muchos momentos de la postcorrida en el hotel. Cuando había triunfos, la habitación se llenaba de gente, de muchos señoritos de Sevilla y de Jerez. Cuando las cosas no salían bien, la soledad se apoderaba de la estancia. Rafael meditaba semidesnudo después de la corrida y ambos, con las miradas perdidas, observábamos a Eugenio, su mozo de espadas, recoger calladamente las cosas.
Rafael, generosamente, me brindó su amistad -era yo un chaval- y me atendió en algunos compromisos en los que le puse. Por ejemplo, el que me hizo ese buen aficionado que es Enrique Recio, otro de los grandes admiradores de Rafael de Paula. Enrique me trasladó su ilusión de que el gitano de Jerez visitara su casa, una de esas antiguas villas situadas en los alrededores del Camino de Antequera. Dicho y hecho. Me encargué de recogerlo y llevarlo en un vetusto R-5. Cuando Enrique vio traspasar el umbral de su casa a ese figurón del toreo, las lágrimas le afloraron. Echamos un rato muy agradable en su bodeguilla, donde Rafael se quedó prendado de unas fotografías de estudio de Joselito y Belmonte, entre otros. No tardó en tener copias de ellas, naturalmente.
Er Paula ha aportado a los toros un concepto de profundidad y de belleza estética muy difícil de igualarle. En su carrera ha ofrecido grandes tardes, especialmente en La Malagueta. Todavía hay gente que cuando recorre el Parque va pegando muletazos imaginarios al aire embrujada por aquellas recordadas faenas que dejó Rafael sobre el albero de nuestra plaza.
Una de las últimas fue en la alternativa de Pepe Luis Martín, con Curro Romero de padrino. ¡Vaya cómo estuvieron los dos y qué poquita compasión tuvieron del toricantano!

5 comentarios:

  1. El Arte en estado Puro lo definiria yo en el que hemos bebido todos los que algún día soñamos con ser toreos y no lo conseguimos. Gran Artículo Jorge Delgado

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  2. para mi un torero que componia bien el cuerpo y tenia mucho temple pero como matador de toros pesimo yo lo que mas respeto es la muerte del toro y el torero que no da la vida para matar el toro con dignidad y pega esos goyetazos no tiene mi admiracion .

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  3. Yo creo Antonio que este torero matara o no los toros era un corte de torero que se le podia perdonar no matar a los toros porque lo que hacia con capote y muleta a veces era algo impresionante.

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  4. Maroto seguro que te gusta mas David Luguillano.

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